Poema de Antonio Serrano Cueto, de su libro No quieras ver el páramo (Ediciones de la Isla de Siltolá, Sevilla, 2010):
En la cabalgadura de la noche
lentos jinetes cruzan
en pos de torreones y almenaras.
La luna, las estrellas, las montañas
y el rizado cabello de los árboles
ensanchan los extremos del camino.
Es la noche su espacio,
la anchurosa llanura donde pierden
las horas su compás y disciplina.
Ahí se verifica la mudanza
en lo que somos: ser lo que queramos,
estar en los lugares del antojo,
desvivirnos en otras vidas nuestras.
Lo inverosímil llega con el día.
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