Cuentos medievales

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Presentamos una breve selección de cuentos y textos en prosa de la Edad media española. Casi todos los textos han sido modernizados por Trivium; algunos se presentan en su versión original. Creemos que se trata de una selección muy atractiva. 

 

 

ANTOLOGÍA DE CUENTOS MEDIEVALES 

 

Historia de la doncella Theodor

Sendebar

Calila e Dimna 

Libro de los gatos

Ysopete estoriado  

Libro de los ejemplos por a,b,c. (en castellano antiguo)

El Corbacho.(en castellano antiguo)

Ysopete estoriado (en castellano antiguo) 

 

 


De Historia de la doncella Theodor, Título primero (hacia 1250)

 

En los reinos de Túnez hubo un mercader natural de las partes de Hungría, el cual entre los mercaderes era el más rico que en el mundo se hallase. Y un día pasando por la plaza, vio vender una doncella cristiana que era de las partes de España. Y el viéndola ser muy hermosa, compróla al moro que la traía. Y conociendo en su gentil disposición y crianza que debía ser hijadalgo, le hizo aprender a leer y escribir y todas las ciencias que aprender pudiese. La cual se dio tanto a la virtud y estudio que sobrepasó a todos los hombres y mujeres que en aquel tiempo fuesen, así en ciencia como en música y otras infinitas maneras de artes [...] y hallándose un día el merca­der en tanta miseria que cosa ninguna no tenía para  mantenerse, hubo de decir a la doncella:

-Ya sabéis cómo corre sobre mi fortuna en tal manera que no me ha quedado cosa de cuanto solía tener de todos mis tesoros y haberes. No tengo cosa que venda ni empeñe, y esto es por los grandes pecados que yo he hecho y cometido a Nuestro Señor Dios, de manera que ya no me queda otra cosa sino vos. Por lo cual, hija y señora, será forzado que os tenga que vender; y Dios sabe cuánto me pesa; pero ya conocéis que yo no puedo más hacer. Por lo que mucho os ruego, hija mía señora, que me queráis aconsejar de lo que a vuestro entendimiento más le parecerá que yo deba hacer. Que según la mucha ciencia vuestra, yo tengo gran confianza que con vuestro consejo yo seré remediado y hallaré manera con que me pueda mantener y salir de mis problemas.

Y la doncella Theodor, cuando esto oyó hablar a su señor, tuvo por ello muy gran tristeza y pesar, y bajó sus ojos a tierra y comenzó a llorar, y estuvo así un gran rato en que no habló, pensando en su corazón. Y cuando hubo bien pensado y mirado en su entendimiento el cobro que podía dar a su señor, el cual la había criado y gastado con ella de sus tesoros para enseñarle todo lo que sabía, alzó la cabeza y le dijo:

-Sed fuerte, señor mío, y no toméis cuidado de nada, y tened buena esperanza en Nuestro Señor Dios, que él os ayudará y os dará buen consejo con que salgáis de este problema y de la gran pobreza en que ahora estáis, y no os preocupéis más, que Dios os pondrá remedio. Por tanto, levantaos pronto y id para los joyeros y traedme composturas y afeites con que se afeitan las mujeres, y traedme paños de fino color para que me vista, y los vestiré y me arreglaré con ellos. Y después que yo me arregle, me llevaréis al rey Mira­mamolín Almanzor, y decidle que me queréis vender. Y cuando él os pregun­te que es lo que por mi queréis, respondedle de esta manera:

-Señor, yo vengo a Vuestra Alteza con gran menester que tengo con esta doncella; si os place comprármela, yo os la venderé por lo que justo sea.

 

 

          EL REY LLAMA A SUS SABIOS PARA DISPUTAR CON THEODOR

 

Después que el primer sabio fue vencido, se levantó el segundo y le dijo así:

-Dime, doncella, ¿me responderás a lo que yo te preguntaré?

Y ella le respondió humildemente y le dijo:

-Maestro señor, yo os responderé con la ayuda de Dios. [...]

Le preguntó:

-¿Cuál es la cosa que más envejece al hombre antes de tiempo?

Respondió la doncella:

-El dormir mucho con mujeres. Porque dice Aristóteles, hablando de los lujuriosos, que toda su obra era ponzoñosa, por­que los hombres daban la mejor sangre de su cuerpo, y que las mujeres daban la peor que tenían.

Y le preguntó más el sabio:

-¿Qué me dices del baño?

Le respondió la don­cella:

-El baño es muy necesario para limpiarse el hombre o la mujer antes que vaya a hacer oración, y para entonces es bueno. Pero es menester que salga pronto de él, que no esté mucho deleitándose dentro.[...]

Le preguntó más el sabio:

-Dime, doncella, ¿qué es mejor, dormir con la mujer a menudo, o cuando está en razón?- [...] y la doncella le dijo que le placía de buena voluntad responderle, y dijo rápidamente al sabio:

-Sabed, señor maestro, que la mujer gentil es muy donosa y sabrosa. Pero no hay que dormir con mujer, salvo que la escoja el hombre (el que pueda hacerlo)­. Y la debe buscar que sea garza; porque dice el sabio Aristóteles, tratando de esta materia, que para que pueda dormir el hombre con ella ­necesita que esté parida y tenga la criatura a sus pechos, o que esté preñada. Además, el hombre que así con ella quiere dormir necesita que sea sabio y sutil e ingenioso cuando durmiere con ella. 

Y el sabio le preguntó:

-Dime, doncella, ¿en qué manera?

Y ella dijo:

-Señor maestro, sabed que si la mujer fuere tardía en su voluntad, debe el hombre que duerma con ella ser sabio, como dicho tengo, y conocer su complexión; y se debe detener con ella, bur­lándose con ella y haciéndole  las tetas y apretándoselas, y a veces ponerle la mano en el papagayo, y otras veces tenerla encima de sí, y a veces debajo. Y haga de tal manera que las voluntades de los dos vengan a un tiempo. Y si por ventura la mujer viniere a cumplir su voluntad antes que el hombre, debe él con discreción entenderla y jugar un rato con ella, para que la haga cumplir otra vez, y vengan juntas las voluntades de ambos, como antes dije. Y haciéndolo de esta manera, le amará mucho la mujer.

 Entonces le respondió el sabio:

-Dígote, doncella, que muy bien has respondido.

Y le preguntó más el sabio:

-Dime, doncella, ¿cuál tiempo y hora es más clara y más provechosa para dormir el hombre con la mujer?

Le respondió la don­cella:

-Maestro señor, el tiempo y la hora que es más provechosa para el hombre que ha de dormir con mujer, y el más sano, ha de ser después de pasa­dos los dos tercios de la noche; y en el postrer tercio está el estómago del hombre vacío y limpio de la vianda, y la mujer en aquel tiempo tiene la madre caliente, y tiene ella mayor placer en sí para  recibirlo.

Respondió el sabio y le dijo:

-Muy bien has dicho, doncella.

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De Sendebar o Libro de los engaños y los asayamientos de las mujeres (1253)

 


Ejemplo de la mujer en cómo apartó al infante en el palacio y cómo, por lo que ella le dijo, olvidó lo que le enseñara su maestro

 

  El rey tenía una mujer, la cual mas amaba, y la honraba más que a todas las otras mujeres que él tenía; y cuando le dijeron lo que le había sucedido al niño, se fue para el rey y  dijo: -Señor, me dijeron lo que había pasado a tu hijo. Por aventura, con gran  vergüenza que de ti tuvo, no se atreve a hablarte; mas si quisieses dejarme con él aparte, quizá él me dirá su facienda, que solía hablar sus secretos conmigo, lo que no hacía con ninguna de tus mujeres.

 

El rey le dijo: -Llévalo a tu palacio y habla con él.

 

Ella lo hizo así, mas el infante no le respondía nada­; y ella lo  siguió más y le dijo: -No te hagas necio, porque yo bien sé que no saldrás de mi mandado. Matemos a tu padre, y serás tú rey y seré yo tu mujer, porque tu padre es ya de muy gran edad y flaco, pero tú eres mancebo y ahora empieza  tu bien, y tú debes tener esperanza en todos bienes más que él.

 

Cuando ella hubo acabado, tomó el mozo gran saña; y entonces se olvidó de lo que le castigara su maestro y todo lo que le había mandado, y  dijo:

 

-¡Ay, enemiga de Dios! ¡Si ya hubiesen pasado los siete días yo te respondería a esto que tú dices!

 

Después que esto hubo dicho, entendió ella que estaría en peligro de muerte, y dio  voces y gritos, y comenzó a mesar sus cabellos; y el rey, cuando esto oyó, la mandó llamar y le preguntó que qué le pasaba. Y ella  dijo:

 

-Este que decís que no habla me quiso forzar de todo en todo, y yo no lo tenía a él por tal.

 

El rey, cuando esto oyó, le creció gran saña por matar a su hijo, y fue muy bravo y lo mandó matar; pero este rey tenía siete privados, sus conse­jeros, de manera que no hacía nada sin aconsejarse con ellos. Después que vieron que el rey mandaba matar a su hijo si su consejo, entendieron que lo hacía con saña porque había creído a su mujer.

 

Y se dijeron los unos a los otros:

 

-Si a su hijo mata, mucho le pesará, y después no se tornará sino a nosotros todos; por lo tanto, tenemos alguna razón tal para que este infante no muera.

 


Ejemplo del hombre, y de la mujer, y del papagayo, y de su moza


-Señor, oy decir que un hombre estaba celoso de su mujer y compró un papagayo y lo metió en una jaula y lo puso en su casa, y le mando que le dijese todo cuanto viese hacer a su mujer, y que no  le ocultase nada; y después fue su vía a recaudar su mandado; y entró el amigo de ella en su casa donde estaba. El papagayo vio cuanto ellos hicieron, y cuando el hombre bueno vino de su mandado, se sentó en su casa de modo que no lo viese la mujer; y mandó traer el papagayo, y le preguntó todo lo que había visto; y el papagayo le contó todo lo que vio hacer a la mujer con su amigo; y el hombre bueno se puso muy sañudo contra su mujer y no entró más donde ella estaba; y la mujer pensó verdaderamente que la moza la había delatado, y la llamó entonces.

 

Y dijo:

 

-Tú dijiste a mi marido todo cuanto yo hice.

 

Y la moza juró que no lo había dicho:

 

-Mas sabed que lo dijo el papagayo.

 

Y cuando vino la noche, fue la mujer al papagayo y lo descendió a tierra y le comenzó a echar agua por encima como si fuese lluvia; y tomó un espejo en la mano y se lo paró sobre la jaula, y en otra mano una candela, y se lo paraba­ encima; y pensó el papagayo que era relámpago; y la mujer comenzó a mover una muela, y el papagayo pensó que eran truenos; y ella estuvo así toda la noche haciendo ruidos hasta que amaneció.

 

Y cuando llegó la mañana, vino el marido y preguntó al papagayo:

 

-Viste esta noche alguna cosa?

 

Y el papagayo  dijo:

 

-No pude ver ninguna cosa con la gran lluvia y true­nos y relámpagos que esta noche hizo.

 

Y el hombre  dijo:

 

-Si cuanto me has dicho de mi mujer es verdad como esto, no hay cosa más mentirosa que tú, y te mandaré matar.

 

- Y envió por su mujer, y la perdonó, e hicieron paz.

 

Y yo, señor, no te di este ejemplo sino para que sepas el engaño de las mujeres, que son muy fuertes sus artes y son muchos, que no tienen cabo ni fin.

 

Y mandó el rey que no matasen su hijo.

 

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De Calila y Dimna (1251 o 1261)

 

 El ladrón y el rayo de luna

 

Y fue así, que andaba una noche un ladrón sobre una casa de un hombre rico, y hacía luna, y andaban algunos compañeros con él; y en esta casa había una ventana por donde entraba la luz de la luna al hombre bueno. Y despertó el dueño de la casa, y los sintió, y pensó que tal hora no andarían por sus tejados salvo ladrones; y despertó a su mujer, y le dijo:

 

-Habla quedo, que yo he sentido ladrones que andan encima de nuestro tejado, y dime, cuando los sintieres cerca de aquí: "(Ay marido! ¿No me dirás cómo lograste tantas riquezas como tenemos?" Y cuando yo no te quisiere responder, sígueme preguntando hasta que te lo diga.

 

Y oyó ella al ladrón y comenzó a preguntar al marido lo que le había mandado, y el ladrón comenzó a escuchar lo que decían.

 

Y el marido hizo semblante que  no se lo quería decir, y ella le insistió tantas veces hasta que le  dijo:

 

-Yo te lo diré, pues que tanto lo quieres saber. Sepas que yo no reuní todas estas riquezas sino de ladronía.

 

Y dijo la mujer:

 

-¿Cómo puede eso ser? Porque las gentes te tenían por hombre bueno...

 

Y dijo él:

 

-Esto fue por una sabiduría que yo hallé al hurtar, y es cosa muy encubierta y sutil, de manera que ninguno sospechaba de mí tal cosa.

 

Y dijo la mujer:

 

-¿Cómo fue eso?

 

Respondió él y  dijo 

 

-Yo andaba la noche que hacía luna, y mis compa­ñeros conmigo, hasta que subía encima de la casa donde quería entrar, y llegaba a alguna ventana por donde entraba la luna, y decía siete veces "saulan, saulan". Después me abrazaba con la luna y entraba por la finiestra, y descendía por ella a la casa, e iba de aquella casa a todas las otras casas. Y después que tomaba lo que hallaba, me tornaba al lugar donde descendía, y me abrazaba con la luna, y subía a la ventana y de esta forma gané todo esto que tú ves.

 

Y cuando esto oyeron los ladrones, les gustó mucho y dijeron:

 

-Más hemos ganado de lo que pensábamos.

 

Y estuvieron allí una hora. y después que los oyeron callar (pensando que dormían los señores de la casa) dijo un ladrón de los más ligeros que lo  dejasen a él, que dijo siete veces "saulan, saulan" y se abrazó con la luna, y se dejó caer por la ventana, y cayó en casa del buen hombre, y de la caída se quebrantó todo. Cuando lo oyó el hombre bueno, se levantó de su cama y le dio muchos palos, y los demás compañeros, cuando lo vieron así, huyeron. Y el hombre bueno llamó sus vecinos y guardaron al ladrón hasta que fue de día, y lo entregaron a la justicia.

 

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     El piojo y la pulga

 

 Dijo Digna:

 

-Dicen que un piojo estaba muy vicioso en un lecho de un rico hombre, y tenía de su sangre cada día cuanta quería, y andaba sobre él tan suavemente que no sentía el hombre. En esto apareció una pulga que le solicitó hospedaje para una noche, y él la hospedó y le dijo:

 

-Albergad conmigo esta noche en sabrosa sangre y mullido lecho.

 

Y la pulga lo hizo así, y se albergó con él. Pero en cuanto se echó el hombre en su lecho, la pulga lo mordió muy mal, y él se levantó del lecho, y mandó sacudir su sábana y mirar si había alguna cosa. La pulga  saltó y se escapó hacia una parte, pero hallaron al piojo mal andante, y lo tomaron y lo mata­ron.

 

Y yo no te di este ejemplo sino para que sepas y entiendas que el mal hombre siempre está aparejado para hacer mal.


 

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                        La rata transformada en niña

 

 Dijo el búho:

 

-Dicen que un buen hombre religioso, cuya  voz oía Dios, estaba un día junto a la ribera de un río, y pasó por allí un milano que llevaba una rata . Ésta se le cayó delante de aquel religioso que tuvo piedad de ella, y la tomó y la envol­vió en una hoja, y la quiso llevar para su casa. Sin embargo, se temió que le sería difícil de criar y rogó a Dios que la tornase niña. Dios la hizo niña hermosa y muy apuesta.

 

El buen hombre  llevó a la niña para su casa, la crió muy bien, y no le  dijo nada de su origen.  Ella no dudaba que era su hija.

 

Cuando cumplió los doce años, le dijo el religioso:

 

-Hijita, tú tienes ya edad, y no puedes estar sin marido que te mantenga y te gobierne, y que me desembar­gue de ti, para que yo me torne a orar como hacía antes sin ningún problema. Así pues, escoge ahora cuál marido quieres y te casaré con él.

 

 Dijo ella:

 

-Quiero un tal marido que por ventura no tenga igual en valentía y en esfuerzo y en poder.

 

Le contestó el religioso:

 

-No sé en el mundo otro tal como el sol, que es muy noble y muy poderoso, alto más que todas las cosas del mundo; y le quiero rogar y pedirle por merced que se case contigo.

 

Y lo hizo así, y se bañó e hizo su oración; después oró y  dijo:

 

-Tú, sol, que fuiste criado por provecho y por merced de todas las gentes, te ruego que te cases con mi hija, que me rogó que la casase con el más fuerte y con el más noble del mundo.

 

Díjole el sol:

 

-Ya oí lo que dijiste, hombre bueno, y yo contestaré a tu ruego por la honra y por el amor que tienes con Dios y por la mejoría que tienes entre los hombres; sin embargo, he de enseñarte el ángel que es más fuerte que yo.

 

Y le replicó el religioso:

 

-¿Y cuál es?

 

Le dijo el sol:

 

-Es el ángel que trae las nubes, el cual con su fuerza cubre mi fuerza y no me la  deja extender por la tierra.

 

Se tornó el religioso al lugar donde están las nubes de la mar, y llamó a las nubes, tal y como antes llamó al sol, y les dijo lo mismo que antes dijo al sol.

 

Y dijeron las nubes:

 

-Ya entendimos lo que dijiste y tenemos por cierto que es así, ya que nos dio Dios más fuerza que a otras cosas muchas; mas te guiaremos a otra cosa que es más fuerte que nosotras.

 

 Dijo el religioso:

 

-¿Quién es?

 

 Le contestaron:

 

-Es el viento que nos lleva a donde quiere, y nosotras no podemos defendernos de él.

 

Y se fue para el viento y lo llamó así como a los otros, y le dijo la mis­ma razón. Le dijo el viento:

 

-Así es como tú dices, mas te guiaré a otro que es más fuerte que yo;  pugné en ser su igual y no lo pude ser.

 

Le dijo el religioso:

 

-¿Y quién es?

 

Le contestó:

 

-Es el monte que está cerca de ti.

 

Y se fue el religioso para el monte y le dijo lo mismo que a los otros. Le replicó el monte:

 

-Atal soy yo como tú dices, mas te guiaré a otro que es más fuerte que yo, con cuya gran fuerza no puedo luchar y del que no me puedo defender, por lo que me hace cuanto daño puede.

 

Le dijo el religioso:

 

-¿Y quién es ese?

 

Le contestó:

 

-Es un mur, ya que éste me hace cuanto daño quiere, que me agujerea por todas partes.

 

Y se fue el religioso al mur y lo llamó así como a los otros. Y le dijo el mur:

-Tal soy yo como tú dices en poder y en fuerza, mas ¿cómo se podría arreglar para que yo me casase con mujer, siendo mur y morando yo en covezuela?

 

 Dijo el religioso a la moza:

 

-¿Quieres ser mujer del mur, que ya sabes cómo hablé con todas las otras cosas y no hallé más fuerte que él, y todas me guiaron a él? ¿Quieres que ruegue a Dios que te torne en rata y que te case con él? Así morarás con él en su cueva, y yo te visitaré, y no te  dejaré del todo.

 

Le contestó ella:

 

-Padre, yo no dudo en vuestro consejo; y si vos lo tenéis por bien, yo he de hacerlo.

 

Y rogó a Dios que la tornase en rata, y fue así, y se casó con el mur, y entró con él en su cueva, y se tornó a su raíz y a su natura.

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De Libro de los gatos (1410)

 

LV. Ejemplo lo de los mures con el gato.

 

Un día los mures se reunieron en  consejo, y acordaron cómo se podrían guardar del gato. Y  dijo uno que era más cuerdo que los otros: "Atemos una esquila al pescuezo del gato y nos podremos muy bien guardar del gato, que cuando él pase de un lado a otro, siempre veremos la esquila".

 

Este consejo gustó a todos. Mas  dijo uno: "Verdad es, mas ¿quién atará la esquila al pescuezo del gato?" Y respondió  uno: "Yo no"; respon­dió otro: "Yo no, que por todo el mundo yo no querría acercarme a él".

 

Así sucede muchas veces que los clérigos o monjes se levantan contra sus prelados, u otros contra sus obispos, diciendo: "Ojalá  Dios lo hubiese retirado, y que tuviésemos otro obispo, u otro abad". Esto placería a todos. Pero al momento dice: "Quien lo acuse perderá su dignidad, o se meterá en problemas". Y dice uno: "Yo no"; y dice otro: "Yo no".

 

Así que los menores  dejan vivir a los mayores más por miedo que no por amor.

 

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            LVI. Ejemplo del ratón que cayó en la cuba.

 

Un día el ratón cayó en una cuba de vino. El gato pasaba por allí y oyó al ratón que hacía gran ruido en el vino, y no podía salir. Y  dijo el gato: "¿Por qué gritas tanto?" Respondió el ratón: "Porque no puedo salir". Y dijo el gato: "¿Qué me darás si te saco?"  Respondió el ratón:  "Te daré cuanto tu me demandes".

 

Y  dijo el gato: "Si te yo saco quiero que me des esto: que vengas a mi cuantas veces yo te llame". Y dijo el ratón: "Esto os prometo que haré". Y dijo el gato: -"Quiero que me lo jures". El ratón se lo prometió. El gato saco al ratón del vino, y lo dejó ir para su agujero.

 

Un día el gato tenía gran fambre, y fue al escondrijo del ratón, y le dijo que viniese. Y dijo el ratón: "No lo haré, aunque Dios me lo ordene". Y dijo el gato: "¿No me lo juraste tú a mí que saldrías cuando te llamase?" Y respondió el ratón: "Hermano, estaba borracho cuando lo  dije".

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Del Ysopete Estoriado, hacia 1495.

 

Era un ciego que tenía mujer muy hermosa. Este guardaba con gran diligencia la castidad de ella, con grandes celos que tenía.

 

Sucedió un día, estando entre ambos en una huerta debajo de un peral a la sombra, que ella con su consentimiento subió al peral para coger peras. Pero el ciego, como era muy suspicaz, para que no subiese otro alguno arriba, mientras que la mujer estaba subida, él se abrazaba con el tronco del peral. Pero como el frutal tenía muchas ramas, estaba ya arriba escondido un mancebo que había subido antes en el árbol, esperando a la mujer del ciego. Y allí se ayuntó con ella con grande alegría, de manera que vinieron a jugar el juego de Venus.

 

Estando ellos en esto, el ciego oyó el sonido y estruendo de ellos, y con gran dolor comenzó a llamar:

 

-Oh muy malvada mujer, aunque yo carezca de vista, ni  por eso ceso de sentir y oír, ya que los otros sentidos son en mí más intensos y forzosos; de manera que yo siento que tienes ahí contigo algún adúltero. De esto me quejo al soberano dios Júpiter, el cual puede reparar con gozo los corazones de los tristes y dar vista a los ciegos.

 

Estas palabras así dichas, fue luego restituida la vista al ciego y dada luz natural. y mirando arriba el ciego vio que estaba aquel mancebo adulterando con su mujer, por lo cual llamo súbitamente.

 

-Oh mujer falsísima y muy engañosa. ¿Por qué me cometes estos engaños y fraudes si yo te tenía por casta y buena? ¡Ay de mí!, porque de aquí adelante no espero tener contigo ningún día bueno.

 

Mas ella, oyendo cómo la increpaba el marido, aunque primero se espantaba, con una cara alegre, inventando de presto una malicia engañosa, respondió al marido con  voz altisonante:

 

-Gracias hago a los dioses todos que han oído mis oraciones, y tornaron la vista a mi amado marido. Porque quiero que sepas, mi amado señor, que la vista que recibiste, que te ha sido dada por mis ruegos y obras. Por cuanto aunque hasta ahora yo he malgastado en balde muchas cosas, así con médicos como de otras muchas maneras, finalmente yo me retorné a rogar y hacer infundir plegarias y oraciones por tu vista a los dioses. Y el dios Mercurio por mandado del soberano Júpiter, apareciendome entre sueños, me  dijo que subiese en un árbol llamado peral donde jugase el juego de Venus con un mancebo y que así sería restituida  la luz de tus ojos, lo cual yo he cumplido por tu bien y salud, por lo que debes dar gracias a los dioses, y en especial debes agradecermelo a mí, pues por mí has recobrado tu vista.

 

El ciego, dando fe y creencia a las palabras engañosas de su mujer, se reconcilió con ella y la recibió por buena, conociendo que su reprensión había sido indebida, por lo cual le dio muchas gracias y la remuneró con grandes dones como por servicio señalado.


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De Libro de los exemplos por a.b.c.(1400-1421), de Clemente Sánchez de Vercial

 

Amicus verus est qui cum seculum defecit tunc sucurrit

 

El amigo es de alabar

que al tiempo de la priessa quiere ayudar.

 

 

Un ombre de Arabia, estando a la muerte, llamo a su hijo y  dijole:

-¿Cuantos amigos tienes?

E el hijo respondio y  dijo:

-Segun creo, tengo ciento.

E  dijo el padre: -Cata que el philosofo  dijo: "non alabes al amigo fasta que lo ayas provado." Y yo primero nasci que tu y apenas pude ganar la meytad de un amigo, y pues assi es, ¿como tu ganaste ciento? Ve agora y pruevalos todos, porque conoscas sy alguno de todos ellos te hes acabado amigo.

E  dijo el hijo:

-¿Como me consejas que lo faga?

Dijo el padre:

-Toma un bezerro y matalo y fazelo piecas y metelo en un saco en manera que de fuera paresca sangre, y cuando fueres a tu amigo, dile assy: "Amigo muy amado, trago aqui un ombre que mate. Ruegote que lo entierres ssecretamente en tu casa, que ninguno no avera sospecha de ty y assy me podras salvar."

El hijo lo hizo como le mando el padre. El primero amigo a que fue  dijole: -Lievate tu muerto a cuestas, y como feziste el mal, parate a la pena. En mi casa no entraras.

E assy fue por todos los otros amigos y todos le dieron aquella misma respuesta. y tornosse para su padre y  dijole lo que feziera.

E  dijo el padre:

-A ti acaescio segun  dijo el philosofo: "Muchos sson llamados amigos y al tiempo de la necesidat y de la priessa son pocos."  Ve agora al mi medio amigo y veras lo que te dira.

E fue a el y  dijole:

-Entra aca en mi casa, por que los vezinos no entien­dan este secreto.

E embio luego a la mugier con toda su compaña fuera de casa y cavo una ssepultura. y cuando el mancebo vio lo que había fecho y la buena voluntad de aquel medio amigo de su padre, descobriole el negocio como era, dandole muchas gracias. y dende tornosse a su padre y contole lo que le feziera.

E  dijole el padre:

-Por tal amigo dice el philosofo: "aquel es verdadero amigo que te ayuda cuando el mundo te fallesce."

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De El Corbacho, (1438), de Alfonso Martínez de Toledo

 

La mujer ser desobediente dubda no es dello, por cuanto si tú a la mujer algo le  dijeres o mandares, piensa que por el contrario lo ha todo de hacer. Esto es ya regla cierta. y por ende el dicho del sabio Tholomeo es verdadero, que  dijo de la mujer fa­blando: "Si a la mujer le es mandado cosa vedada, ella fará cosa negada." Pero por más venir en conoscimiento dello, ponerte he aquí algunos en­xiemplos.


 

Un ombre muy sabio era en las partes de levante, en el regno de Escocia, en una cibdad por nombre Salustria. Este tenía una fermosa mujer y de gran linaje; y ensobervecida de su fermosura -como, mal pecado, algunas fazen oy día- cometió contra el marido adulterio, seyendo de muchos amada y aun deseada, tanto que, el fuego fecho, uvo de salir fumo. El buen hombre sintió su mal e, sabiamente usando, mejor que algunos que dan luego de la cabeca a la pared, dexó pasar un día, y diez, y veinte, y pensó cómo daría remedio al dicho mal. Pensó: "Si la mato, perdido so; que tiene dos cosas por sí: parientes que procederán contra mí; la justicia porque ninguno no deve tomarla por sí sin conoscimiento de derecho y legítimos testigos, dignos de fee y buenas provancas, con estrumentos y otras escripturas aténticas -e esto delante aquél que es por la justicia del Rey presidente o governador, corregidor o regidor- y ninguno por si no deve tomar venganca ni punir a otro ninguno. y segun esto, pues yo de mí sin provancas no lo puedo hacer. Item más, los parientes dirán que ge lo levanté por la matar y me querer con otra de nuevo ayuntar; averlos he por enemigos."

 

Pues visto todo lo susodicho, y los males y dapnos que dello se pudieran recrecer, no la quiso matar de su mano por no ser destroído; no quiso matarla por vía de justicia, que fuera disfamado. Fue sabio y usó de arte segun el mundo, aunque segun Dios escogió lo peor. Por ende pensó de acabar della por otra vía que él sin culpa fuese al mundo -aunque a Dios non, segun  dije, por cuanto el que da causa al daño y por su razón se faze, tenudo es al daño- mas quisiera él que paresciera ella ser de su propia muerte causa. y por tanto tomó poncoñas confacionadas, y mezclólas con del mejor y más odorífero vino que pudo aver, por cuanto a ella no le amargaba buen vino, y púsolo en una ampolla de vidrio, y  dijo: "Si yo esta ampolla pongo donde ella la vea, aunque yo le mande  "Cata que no gustes desto", ella, como es mujer, lo que le yo vedare aquello más fará y no  dejará de bever dello por la vida, y así morrá."

 

Dicho y fecho: el buen ombre sabio tomó la ampolla y púsola en una ventana donde ella la viese. y luego  dijo ella: "¿Qué ponés aí, marido?" Respondió él: "Mujer, aquesta ampolla, pero mándote y ruego que no gostes de lo que dentro tiene; que si lo gustares luego morrás, así como nuestro Señor  dijo á Eva." Y esto le  dijo en presencia de todos los de su casa porque fuesen testigos. y luego hizo que se iva. y aún no fue a la puerta, que ella luego tomó la ampolla, y  dijo: "¡A osadas! ¡Que­mada me vean si no veo qué es esto!" y olió el ampolla y vido que era vino muy fino, y  dijo: "¡Tó­mate allá, qué marido y qué solaz! ¿Desto  dijo que no gustase yo? ¡Pascua mala me dé Dios si con esta manzilla quedo! ¡Non plega a Dios que él solo lo beva; que las buenas cosas no son todas para boca de Rey!" Dio con ella a la boca y bevió un poco, y luego cayó muerta. Desquel marido sintió las  voces,  dijo: "¡Dentro yaze la matrona!" Luego entró co­rriendo el marido mesándose las barvas, diziendo a altas  voces: "¡Ay mesquino de mí!" Pero baxo dezía: "¡Que tan tarde lo comencé!" En altas  voces dezía: "Captivo, ¿qué será de mí!" En su coracón dezía: "¡Si no muere esta traidora!" Iva a ella y tiraba della pensando que se levantaría; pero allí acabó sus días. Pues catad aquí cómo la mujer por no querer ser obediente, lo que le vedaron aquello hizo primero, y murió como otras por esta guisa mueren.

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De Ysopete hystoriado (1488)

 

La [fabula] xvii. [es] del asno & dela perrilla

 

"Que ninguno no deue  dejar su officio propio por se entremeter en otros mejores", delo cual se cuenta tal fabula:

 

Un asno continuamente v[e]ya como su señor falagaua & preciaua a vna perrilla & se acompañaua della, lo cual viendo el asno  dijo entre si: "Si aeste animal tan pequeño & tan inmundo mj senyor en tanto grado ama & estima & no menos toda la su compaña precia aesta, cuanto mas me amara si yo le fago algun seruicio. Ca yo soy mejor que ella, & para mas cosas & officios mejor soy que la perrilla; & asi podre mejor viuir & alcancar mayor honrra". 

 

Y pensando el asno en esto, vio que el señor venía & entraua en casa, & salio del establo & corrio para el, rebuznando & echando pernadas & coces; & saltando sobre el, puso las manos & patas sobre los ombros del señor & conla lengua, a manera dela perrilla, comenco le de lamer; & allende fatigando le con su gran peso, le ensuzio las ropas de lodo & poluo.

 

El senyor, espantado de aquellos juegos & falagos del asno, llamo & de­mando socorro & ayuda. y su familia, oyendo las  voces & clamor, vinieron & dieron palos & acotes al asno; & quebrantando le las costillas & miembros, lo tornaron al establo & lo pusieron ende bien atado. Esta fabula significa que ninguno no se deue entremeter enlas cosas para que no es pertenescien­te, ca lo que la naturaleza no le da ni dispone, no puede alguno hacer ligeramente; & assi el necio, pensando que complaze, faze desplazer & deserui­cio.